miércoles, 1 de junio de 2011

La Espera (Parte III)

Ahora, en la sala de estar, la soledad circunda la circunspecta mueblería, la cual fijamente mirándome, vacía, arrogante, colmada de placeres inimaginables pero lamentablemente comandada por el rey de los marbetes detestables; Que aunque la palestra se yergue a diestra y siniestra, sin menoscabo alguno que ha de ser perfecta pero no, la perfección no tiene cabida dentro del ámbito denominado humano; Así como la eutaxia auna el progreso de la eugenesia, así la ignominia ominosa añora la presta diligencia de la virulencia.

El horizonte cada vez es más difuso, por cuanto mas obtuso y parduzco, ¿Qué paralogismo proyecta la verdad selecta?, A no de ser el mismo sofisma que lo manifiesta, cual quintaesencia lo presenta.

  

Una miríada de pensamientos revolotean en mi cabeza y  no se cual elegir, recuerdos, restos sentimentales, qué se yo… que aunque no les he llamado acuden bajo la apariencia de un vestiglo palmípedo. Y una vez instalados en la testa llevan a cabo una cariocinesis múltiple hasta que inundan mi cabeza. Lo sé… estoy solo… como un batracio, víctima de un experimento, pero… ¡dejen de mirarme entes inertes que su destino es y siempre ha sido el solo servirme de asilo en el camino y no de enemigo!  


Alguien ha pasado por el exterior de la sala… ¡No estoy loco, le he visto a través la arena compactada, mis sentidos humanos lo atestiguan, que aunque misántropo, lamentablemente lógico entendido!; Tendré que mudar mi posición hacia el cristal, lentamente me levanto y  dirijo hacia allá… bien, ¿he llegado?


Observo, no obstante solo obscuridad, ¿Cómo es posible?, ¡Si yo le he visto!, era… como un resplandor incipiente pero… ahora nada veo, por bien será mejor que regrese a la soledad, al menos ella no se alberga en subterfugios inéditos, por cuanto mas que de esa visión he de hacer omisión.

Cada vez estoy más agitado, tal vez debería salir de la casa, pero… y si no encuentro un ambiente benigno… mejor será que me quede aquí, al fin que aquí estoy cómodo, intranquilo pero cómodo; Así que, para que aventurarme a regiones inhóspitas, no vale la pena.


Ya han pasado varias horas desde mi último despertar, pero  todo sigue igual, a no ser por mí, que soy el único que ha sufrido alteración, al menos físicamente y de pensamientos. ¿Qué clase de Dios pudo haberme otorgado un molde de carne y sangre para que yo viviese en él? , ¿Será acaso un ser enigmático y huraño?, ¿Qué dignificación he tenido yo para que se me otorgase semejante distinción?, ¿Acaso este resguardo tiene sentido?, ¿He sido yo quien lo ha mandado?, ¡Este Dios se burla conmigo o se burla de mí... no lo puedo soportar, mueran miserables, extinguiré la flama de cualquier existencia, después de mi nada existirá!, a que yo soy la inexistencia misma y grito desde las profundidades del abismo, rogando porque alguien o algo escuche mis lamentaciones… pero, ¿Qué sentido tiene si yo soy la inexistencia?.


Estoy seguro que esta osamenta cubierta de tejidos y líquidos, no es más que eso… un sistema óseo que da soporte a otra multitud de sistemas y fuera de eso, nada tiene realmente sentido, ¿Acaso si muero, falleceré?, ¿Acaso este Dios me reprenderá si destruyo su creación?, ¿Pero, no es este Dios, el Dios de la inexistencia, el oráculo al cual acuden gozosos los humanos?, ¿Pero, no soy yo acaso también hermano de ellos?, bah… palabrería, he dicho… debo concentrarme y proseguir mi recorrido cual quelonio al mar sobrevive.

                                                    Parte III 
                                     ("La Espera", Relato de tintes filosóficos y momemtum psicológico.)  

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