miércoles, 1 de junio de 2011

La Espera (Parte II)

Poco a poco… voy subiendo los peldaños de la antiquísima escalera, que con cada paso mío, finge lamentos de seres inimaginables, mi corazón comienza a acelerarse… la sangre fluye rápidamente a través de mi físico medio de transporte, el aparato respiratorio lleva a cabo sus funciones de manera cada vez más rápida, el sistema nervioso comienza a hacer de las suyas… me desajusto la corbata ya que me transmite una terrible sensación de sofocamiento y el diminuto espacio que voy recorriendo no ayuda realmente a aliviar mi incomodidad.

De repente realizo un giro brusco ya que escuche un sonido tras de mí, y alcanzo a visualizar una sombra alejándose rápidamente, como si se hubiese percatado de mi acción; realizo un esfuerzo proporcionalmente inverso y continúo mi empresa; inexplicablemente empiezo a sentir que todo alrededor está girando, la visión cada vez es más borrosa, rápidamente me desvanezco e irremediablemente… caigo por la escalera.

Un poco adormecido y con el escozor del azote otrora perpetrado por… ¿inercia?, lucho por incorporarme a una bípeda situación  y… espero tener una perspectiva diferente a la que me produjo tan abrupto descenso, empero la situación gobernante ahora es la que se ofrece al hedonismo crepuscular, la que como numen ha servido para procrear abyectas efigies de la protervia apoteósica, al acogimiento de las nocturnas cortinas  etéreas que soslayan y confabulan con palabras de hielo al merodeador que acecha con pasividad y sigiloso de su locomotricidad, espera… el cenit de la conflagración, y se manifiesta cual alba y descubre el céfiro de la intemperancia que como inoculador de apologías utópicas, subyace en la bifurcación de la bazofia imperante.
La noche y nada más que la noche, sometido a su dominio, fortalecido por su abrigo, elegido por su designio, esclarecido a su índigo, que tornase una vez más en un obscuro pabellón sempiternal, el cual ejerce un magnetismo intrínseco que no puedo explicar sin embargo expresar.

¡Maldito sea el momento en que fui infundado en las artes humanas!

 El desarrollo beligerante de mi aversión continúa indefinidamente y no ostenta el cesar.

Muy pocos, ¡y acertadamente lo expreso! ,  muy pocos, serán los que han estado, están y estarán en una situación facsímil o semejante; Ha no de haber un referéndum para concertar tal axioma; Osan decir que nuestra conciencia no se atreve a manifestar lo evidente; Ha por demás epilogismos nexados a cualquier rama epistemiológica que… ésta gnomologia aunque ortodoxa mas sin embargo paradójica, no otorgará resultados infructuosos ni alterará su paradigma, empero el enfoque ontológico no coincidirá una vez eyectado del molde.


Espero… no obstante, espero… y sin embargo espero… espero lo inesperado, encomiables ráfagas de gratitud bañadas en la fatuidad de la lisonja; Ausente, como no habría de estarlo, de toda esta vasca putrefacta que sirve como fuente de energía a aquellos carroñeros que de abolengo rancio y emancipado del vulgo, se dicen; Mas yo… espero. La fluctuación de la animación, el contexto cronológico anacrónico que por faltante percibo imposible pero no desfallezco, seguiré el camino y a algún lugar tendré que llegar.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                     Parte II
                              ("La Espera", Relato de tintes filosóficos y momemtum psicológico.) 

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